Anoche terminé de leer "La conjetura de los necios" escrito por un tal John Kennedy Toole.
El libro, para mí, fue uno de los mejores libros que leí en mi vida. Simplemente magnífico. Está a la misma altura que El Castillo, que Revelación de un mundo, que Pálido Fuego y, como tal, terminé con la misma sensación de 'y ahora qué?'. Porque, igual que cuando despertamos de un sueño perfecto tenemos la sensación de que la realidad no alcanza, cuando terminamos (o por lo menos, cuando termino) un libro que me resulta realmente bueno, tenga esa sensación que me dice 'y ahora qué vas a encontrar para leer que no te aburra?', porque se puede leer mil veces el mismo libro, pero ya no va a ser igual. Tampoco estará el factor sorpresa (jamás menospreciado en las películas de acción).
Invade la duda existencial, como después de un excelente noviazgo, donde una se dice a sí misma que jamás amará a nadie de esa manera, una piensa 'jamás disfrutaré tanto como con ese libro'. Lo peor de todo es que es verdad, aunque se lea el corpus de un autor, hay libros que hacen vibrar y libros que no. No todo está hecho con la misma intensidad, nunca (ni nos impacta a nosotros con la misma intensidad).
La conclusión es que, entonces, declaro que es una desgracia haber leído un buen libro, un libro bueno de verdad. Ya nunca una vuelve a ser la misma. Sí, como con los novios, una se vuelve a enamorar, pero es distinto, siempre es distinto. Jamás habrá otra primera vez de La Conjetura de los Necios para mí y eso no tiene perdón.
martes, 22 de enero de 2008
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