Ver a una mujer, por la calle, con un cierto retraso mental (y un problema para caminar), contenta con la ilusión de que quizás consigue un trabajo de mesera y sabiendo que iba a tener que viajar de Buenos Aires a Paraguay seguido para ver a la madre y no-sé-cuanto, me dio ganas de llorar.
Es casi increíble que una persona como yo (normal, sin más problemas económicos, psicológicos, emocionales, afectivos, etc.) que la media se digne a quejarse habiendo gente que, estando en total desventaja, se anima a ilusionarse. Es casi inmoral que una persona que tuvo que luchar más en la vida se anime a ilusionarse y que una no se atreva a entregarse a la esperanza y opte por el pesimismo cotidiano y rutinario.
Decididamente algo está mal, por lo menos en mí.
Gracias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Por un lado nos sentimos exactamente igual, pero después pensamos: hay gente que está muchísimo mejor con nosotr@s, y suponenmos que vos (isa) también, entonces: estaríamos del 'otro lado', del de la mujer que viene de afuera a trabajar etc etc. ¿Pnesándolo así seguiría siendo inmoral ser pesimista?
saludos!
son esas cosas que nos sacuden...
a veces nos ahogamos en un vaso de agua...
jajaja que hijadeputa con retraso mental
Publicar un comentario