Yo tengo la teoría de que los libros son como amigos. Quizás sea la falta de amigos de carne y hueso, quizás no, pero yo pienso que un libro es como un amigo al que conocés rápido, le compartís muchas cosas y te comparte muchas otras. El libro te acompaña por un tiempo, sabés que va a estar esperándote para cuando quieras compartir tiempo con él, siempre, inexorablemente, incondicionalmente.
El tema (o problema) se presenta cuando el libro se acaba. Sí, todo se acaba y termina. Con los libros es todavía mejor, porque una sabe cuanto falta para que se termine el libro, pero por alguna razón a mí siempre me agarra desprevenida. Sé que se esta acabando, que se acaba, que se acaba pero de golpe, pum. Punto final y silencio. Y ahí es como si ese amigo que me acompañó por x cantidad de tiempo y yo nos despidieramos para siempre, como si supieramos que nunca vamos a volver a vernos (porque eso también es verdad: cuando terminamos un libro nunca más podemos volver a leerlo, una segunda lectura no se parece en nada a una primera y no es lo mismo, la "amistad" nunca es igual).
Tal es el apego que tengo yo con los libros (y con la vida!) que cada vez que termino una novela de cierta extensión, una pequeñísima angustia me invade. Un pensamiento que se puede traducir en algo como 'y ahora qué voy a leer?' y, después, tengo que dejar uno o dos días (mínimo) de luto. Después, por necesidad(0 falta de actividad), vuelvo a empezar otro libro (otra vez romperé un poquitito mi corazón al final sólo por disfurtar todo lo bueno que hay antes). Así, apenas empecé a leer uno nuevo, olvido la angustia y, del libro anterior, queda sólo lo bueno, las buenas citas, los párrafos o las frases tiernas, las ideas, las descripciones, alguna risa/sonrisa que se haya ganado el texto; pero de la angustia no queda rastro. Más aún, llegado a este punto, de quererlo, de desearlo, puedo abrir mi libro viejo y ya leído para releerlo y releer, no el libro entero, sino aquél pedacito que quiero leer, que ya va a estar preparado (por mi, por el libro) para que yo lo relea con más amor que la primera vez, recordando de antemano la claridad, la calidez, de las palabras que quiero leer.
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5 comentarios:
"del libro anterior, queda sólo lo bueno, las buenas citas, los párrafos o las frases tiernas(...)"
"puedo abrir mi libro viejo y ya leído para releerlo y releer, no el libro entero, sino aquél pedacito que quiero leer, que ya va a estar preparado (por mi, por el libro) para que yo lo relea con más amor que la primera vez, recordando de antemano la claridad, la calidez, de las palabras que quiero leer."
Hay amigos de carne y hueso con los que nos pasa lo mismo. Y tengo la suerte de saber que sos o serás mi ejemplo favorito.
te amo
Dios, no te puedo creer que haya encontrado lo que acabo de leer. Yo me sentí estúpido varias veces después de sentir esa "angustia por terminar el libro". Son esas cosas que considerás "triviales" o sin importancia y nunca comentás a nadie, pero porque ni se te cruza comentarlas. Pero mirá como será que me llama la atención el tema que la primera vez que me tocó uno así me lo acuerdo: Fué con "Como agua para chocolate" de L. Esquivel, a los 14 o 15 años, que lo encontré en la "bilbioteca vieja de la tía".
Al menos ahora, a los casi 24, me doy cuenta que debemos ser muchos...
A mí también me agarra esa 'angustia' pero a la vez, desde que agarro un libro QUIERO TERMINARLO!
El gustito que te deja el punto final (inesperado, sí), es genial.
No sé.
Muchas veces quiero que se termine YA.
Me mata la intriga? o soy ansiosa?
:P
y si, algo mas o menos asi. leete el libro rojo de paul auster
es una mierdita corta pero a mi me pasaron cosas locas con ese libro. mucha casualidad junta.
Hay algunas verdades que la mayoría de las personas que integran una sociedad prefieren ocultar atrás de basura pintada de colores brillantes. Un ejemplo de esto, es la amistad, de la cual no reniego porque es realmente una idea muy noble (como casi todas las ideas), pero hasta los verdaderos amigos desaparecerían cuando la elección sea entre su vida o la del amigo.
Vamos, es necesario conocer gente y hablar, porque así se aprende, pero en definitiva en el mundo estamos completamente solos, y gracias al Bien tenemos los libros.
Los personajes cobran vida en la mente de quienes leemos con pasión, a tal punto que se genera una empatía que nos permite (casi) sentir las vivencias de los personajes, y obviamente terminar un libro (a menos que sean trilogías o una serie), genera un pequeño duelo.
Muy buena reflexión,
Saludos.
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